domingo, 29 de abril de 2007

¡Eureka!

“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”.

Hallábame enfrascado en mis inventos y pensamientos cuando fui reclamado por el rey. Siendo yo su protegido debía corresponderle con mis servicios y apresuréme a satisfacer sus deseos.

Cuando estuve ante su majestad dirigióse a mí del siguiente modo:
“He mandado realizar una nueva corona que me honre. Para ello entregué una cantidad de oro y he aquí el resultado. Es mi deseo saber si la corona lleva todo el material entregado o por el contrario he sido engañado por el orfebre. Cuidaos de no dañar la corona, mi fiel amigo”.

Apesadumbrado ante tal prueba me dirigí a mi casa. ¿Cómo resolver el enigma? Me encontraba en tan difícil tesitura, que no me procuraba descanso. Pasaban los días y no hallaba solución. Un buen día, en un momento de extrema relajación, -inmerso en mi baño diario- me percaté de que al introducir mi cuerpo en el agua, el nivel de ésta ascendía por la superficie lateral de la bañera; y fue entonces cuando comprendí lo que había de hacer: “¡Eureka!”.


Tal fue mi excitación que salté del baño y corrí hacia mi casa gritando, sin apercibirme de que aún estaba desnudo:

“¡Eureka!”



Informé a su majestad de que había encontrado la solución al problema y pedí audiencia:
“Majestad, el orfebre os ha engañado. Os lo demostraré. Tan sólo preciso de dos recipientes idénticos con igual cantidad de agua, vuestra corona y una cantidad de oro igual a la que su majestad entregó al orfebre.”

Procedí a introducir la corona en uno de los recipientes y el oro en el otro, proseguí:
“si la corona tuviera la cantidad de oro que su majestad entregó, el nivel del agua ascendería en la misma medida en ambos recipientes. Como veis, en el recipiente donde se encuentra sumergida la corona el nivel del agua es mayor, por lo tanto, la corona no es de oro puro y ha de tener otro metal que haga aumentar su volumen”.


Notas biográficas:
Arquímedes (287 – 212 a.c.)
Arquímedes estudió en Alejandría, donde tuvo como maestro a Conón de Samos y entró en contacto con Eratóstenes. Además del famoso Principio de Arquímedes, numerosos inventos se atribuyen a su despierto intelecto, entre ellos, la balanza, la catapulta, las poleas, etc. Entre sus logros cabe destacar también cómo mantuvo la defensa de la ciudad de Siracusa durante años, quemando las velas de los barcos enemigos con un ingenioso sistema de espejos que focalizaban la luz del sol.

6 comentarios:

Daniel Moscugat dijo...

Quisiera apelar también en favor de Arquímedes, puesto que esta simple oración compuesta me enseñó a poder encontrar una similitud entre lo material y lo etéreo, la equivalencia entre lo aparentemente distinto, la igualdad entre la nada y la materia, porque, al fin y al cabo, desde aquí hasta el infinito todo lo sustenta la absoluta nada, incluido el universo.
Saludos moscugaéticos.

Hipatia dijo...

¡Eureka!
Fantástico, Galatea.
Un beso desde la Enterprise.

modes amestoy dijo...

Hola he llegado aquí guiado por la mano de tu madre.
He disfrutado de las fotos de l cielo y estoy aprendiendo de Arquímedes.
Un saludo y volveré de vez en cuando.

Anónimo dijo...

Galatea, he llegado aquí por los comentarios de Hipatia y me he quedado deslumbrado... es excelente, no sé ni cómo expresarme. Apenas he hecho un recorrido pero sé que será un blog de lectura permanente.

Un abrazo... tú también de la Enterprise, bueno yo suelo andar perdido por distintos vericuetos del espacio y si no te importa te enviaré abrazos desde todos ellos.

modes amestoy dijo...

gracias por tus palabras, te pondremos en el bosque juntoa los demás árboles que entienden.
Mimujer también es un sauce y ser sauce es muy significativo. Algún día te mandaré mi poesía al sauce.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Recuerdo esa lección en el colegio...
Un intento para seducirnos a prestar atención a las matemáticas...
Conmigo lo tenían fácil (me divertía con ellas; son un interesante herramienta para estudiar el mundo...)

Un saludo!